Por Miguel Ángel Rincón
Imagínense por un momento que les aborda el deseo sexual, pero no logran satisfacerse porque no se pueden tocar. Imaginen por un instante que ni su pareja ni usted pueden acariciarse, ni tener sexo, por más que quieran. Ahora dejen de imaginar y piensen que hay personas con diversidad funcional (término que sustituye a otros cuya semántica puede considerarse peyorativa, como ‘minusvalía’) que no pueden tener una vida sexual normalizada por falta de autonomía; que no pueden, por ejemplo, masturbarse cuando les apetezca. Este asunto siempre ha significado un gran tabú, los prejuicios sociales y morales han llevado a estas personas a continuar vírgenes durante toda su vida, a dar la sensación de que eran asexuales. La sociedad siempre se ha sentido incómoda y ha mirado hacia otro lado en vez de encarar esta cuestión como es debido. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, cada vez son más las voces que piden que los derechos sexuales de las personas con diversidad funcional sean respetados y tenidos en cuenta.
La Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos (Aspaym) en Cataluña, organizó unas jornadas llamadas ‘Diversexualidad’, romper tabúes para vivirla. En ellas se habló de la sexualidad desde un punto de vista diferente y se presentó la figura del ‘asistente sexual’ para personas con discapacidad. Esta asistencia significa un apoyo para que las personas con, por ejemplo, movilidad reducida, puedan acceder a la sexualidad. Explicaba en una entrevista Patricia Carmona, presidenta de Aspaym, que ‘hay mucha ansiedad entre los padres y madres con hijos con diversidad funcional psíquica, porque la mayoría de estos jóvenes no tienen oportunidades sexuales. Son los mismos padres quienes, a veces, satisfacen a sus hijos, y esto no corresponde. Debe haber profesionales que sepan cómo hacerlo’. Si se les ayuda a lavarse, a vestirse, a las tareas del hogar… ¿por qué no se les ayuda a practicar sexo?
Aunque la figura de estos profesionales aún no está totalmente definida, ya hay varias asociaciones y colectivos que apuestan decididamente por ofrecer este apoyo, una de ellas es la Asociación para la Inclusión Social de Personas con Diversidad Funcional (Aspasia Canarias) que ha puesto en marcha un proyecto de divulgación y acercamiento a la asistencia sexual para las personas con diversidad funcional. Su objetivo principal es poner en contacto a asistentes cualificados y usuarios.
También existen varios documentales muy interesantes, uno de ellos se titula Yes, we fuck! En él se aborda sin complejos, sin censuras, sin prejuicios y sin discriminaciones el asunto que hoy ocupa esta tribuna de opinión. Hay que superar el estigma sexual asociado a la condición de discapacidad. A pesar de que puedan existir unos derechos sexuales, el problema es que si no se desarrollan las políticas necesarias para que sean efectivos, acabarán siendo papel mojado. Esta es también la opinión de la organización Sex Asistent, una de las pioneras en hablar y dar visibilidad a este controvertido tema.
Como siempre, los movimientos sociales van muy por delante de las instituciones oficiales, sin ir más lejos, hace un par de años, desde el Ministerio de Sanidad explicaban que ‘todavía es un tema a estudiar, es un asunto muy complejo’.
En fin, ojalá que vayan progresando todas estas iniciativas para atender debidamente las necesidades sexuales del colectivo con diversidad funcional, y puedan llevar una vida totalmente plena. Están, obviamente, en su derecho.
Artículo publicado previamente en el Blog El Encalijo.
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