FIN DE SEMANA EN UNA CASA RURAL, capítulo final

 

Cuando cerró la puerta yo ya me estaba quitando la chaqueta y dejándola en el armario, junto con el bolso, luego ÉL Se quitó la cazadora que llevaba y Se quedó con los vaqueros y un polo azul marino de manga larga. Estaba tan guapo. Sin que ÉL me lo indicara cogí Su cazadora y la guardé también en el armario.

Cuando llegué a la habitación Le encontré sentado al borde de la cama, me dijo “ven aquí, a mi lado”. Yo fui a Su lado, estaba un poco triste pues era nuestra última noche, al día siguiente cada uno retornaría a Su casa. Me acarició el pelo, me cogió de la cabeza y me acercó la cara para besarme, un beso apasionado, mordía mi labio, era puro morbo.

- Se nos acaba el fin de semana Mi matique.

- Lo sé mi Señor, y no quiero. - Le dije apoyando mi cabeza en Su hombro.

- No estés triste, sabes que pronto nos volveremos a ver, y todavía nos quedan horas por disfrutar.

- Como si fuera la primera noche mi Señor.

Me tumbó en la cama, Se puso encima de mí, mientras nos besábamos Su mano recorría mi pierna, noté cómo subía mi falda, acariciaba mi muslo, llegaba a mi sexo. Yo intentaba abrazarle, acariciarle el pelo, pero me ponía los brazos por encima de la cabeza, estaba encima de mí con las piernas a horcajadas, dejó de besarme, Se incorporó, yo permanecía con los brazos por encima de mi cabeza, noto que cierra más las piernas para inmovilizarme más, y empieza a desabrocharme la camisa y me la abre del todo, me sube el sujetador y mis pechos quedan al aire.

Me los acariciaba, jugaba con los pezones, intentaba arquearme de placer, pero estaba casi inmovilizada, Se agachó para morderlos, cada vez más fuerte y grité de dolor, pero no aflojó la intensidad del mordisco. Volvió a besarme, bajó Su mano, acariciaba mi clítoris, quería incorporarme pero con la otra me sujetaba los brazos por encima de la cabeza… Se volvió a incorporar, Se desabrochó el cinturón, el botón del pantalón, Se los bajó al igual que el bóxer y de pronto noté cómo Su miembro entraba en mi vagina sin ningún impedimento, estaba lo suficientemente lubricada para que entrara sola, y empezó a follarme.

Estaba encima de mí, me sujetaba los brazos para no abrazarle, y me besaba y me susurraba al oído

- ¿Te gusta como te folla tu Señor, matique?

- Sí mi Señor, no pare por favor.

- ¿Te vas a atrever a darme órdenes?

- No mi Señor, no.

- ¿Seguro?

- No, no mi Señor.

- ¿Te gusta sentirte así de zorra para tu Señor?

- Muchoooooooo… - no podía dejar de gemir.

- Me gusta follarte así, tenerte a mi merced, y sin correrte.

Mi cara cambió, no me lo podía creer, no estaba preparada para ello, y cada vez me follaba más deprisa y más fuerte, yo contenía el orgasmo como podía, hasta que ÉL Se corrió dentro de mí. Quedamos extenuados, ÉL Se tumbó a mi lado, me levanté y Se la limpié con mi boca, lamiéndole todo Su miembro. Cuando terminé de limpiársela me dijo “ve al baño, desnúdate y posición de espera”, yo Le contesté con un “Sí, mi Señor”.

Fui al baño, me quité la ropa, la puse en el armario, y me puse en posición de espera. De pie, piernas abiertas, brazos cruzados detrás de la espalda y mirada baja. Así estuve un buen rato esperando a que llegara. Estaba expectante, no podía evitar seguir poniéndome nerviosa, tenía ya mi cuerpo dolorido, todo ello no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.

Le sentí llegar, lo primero que hizo fue acariciar mi cuerpo, con cariño, con dulzura, con la que había echado tanto de menos, me levantó la cara, me besó, me moría por abrazarle. Y vi el pañuelo, no me atreví a preguntar, esta vez hubo cambio y me puso el pañuelo primero, me desconcerté, no vería cómo me pondría Su collar.

Eso lo hizo a continuación, cuando lo abrochó me sentí vestida, con un gran manto de sumisión y entrega. Lo siguiente fueron las muñequeras y tobilleras. Me acercó al toallero-radiador, y con cuerdas me ató. Una vez atada y vestida con todos mis complementos volvió a acariciarme, me beso en el cuello… ”Mi matique estás preciosa, cómo luces con Mi collar” y me abrazaba por detrás.

Se apartó, oía Sus pasos cómo se alejaban y cómo Se acercaban. Noté cómo la fusta recorría mi espalda, mis hombros, mis piernas… yo no sabía por dónde me iba a venir el primer fustazo, también la pasó por mis nalgas, mi sexo, y seguía acariciando mi cuerpo. Mi estado de ansiedad crecía por momentos, hasta que sentí el primer fustazo en mi nalga derecha, y luego en la izquierda, doloridas las dos, y a esas dos siguieron una serie de tandas de fustazos, para continuar con la mano… me acariciaba de vez en cuando para aplacar el picor que sentía.

Siguieron pinzas y cera. En mitad de la sesión metió Sus dedos en mi sexo, provocándome un orgasmo que me vació entera, era agua pura. Cuando terminó la sesión, me desató, puso una toalla en el suelo para no resbalar debido al charco provocado por mi orgasmo y me quitó el pañuelo. Me abrazó, me besó y me cogió de la mano, llevándome hacia el dormitorio. Me dijo “matique desnúdame” y lo hice como siempre, con todo el cariño y la dulzura que podía entregarle.

Una vez los dos desnudos me tumbó en la cama, acariciaba mi cuerpo, pasando por todas y cada una de las marcas que había dejado en mi cuerpo la sesión, quejándome cuando apretaba mis nalgas o los pezones, las partes más castigadas de mi cuerpo, mientras me besaba con cariño, con amor. Yo también Le acariciaba Sus órganos sexuales, me levanté, me puse de rodillas y me acerqué a Su miembro, ya estaba en erección, lo metí en mi boca, lo notaba duro, llenaba mi boca ayudándome a hacer la mamada más fácil, excitándole y excitándome más, haciendo movimientos de subida y bajada para, aún si cabe, dar más placer a mi Señor. Acompañaba con mis manos esos movimientos, pasaba la lengua de arriba abajo, por la punta de Su miembro, humedecí mi dedo índice y empecé a jugar con Su ano, y notaba cómo mi Señor Se estremecía, yo hacía más hincapié para que el placer fuera mucho mayor, bajé mi cabeza y la metí en Su culo para poder meter mi lengua en Su ano mientras con mis manos jugaba con Su miembro. Así estuve un rato. Me levanté, me puse encima de ÉL y metí Su miembro en mi vagina, noté cómo entraba sin ningún tipo de impedimento, estaba bien lubricada, me movía con movimientos arriba y abajo, con posibilidad de que pudiese jugar con mis pechos, mis pezones. Me incliné hacia atrás poniendo mis manos en Sus tobillos y esa posición favorecía que ÉL me la clavara más a fondo. Estuvimos follando durante un buen rato, terminamos poniéndose encima de mí, con mis piernas en Sus hombros, en esa posición notaba cómo entraba y salía, y cómo aumentaba la intensidad, me permitió correrme todas las veces que quisiera, fueron innumerables hasta que ÉL terminó vaciándose en mis pechos, levanté la cabeza y Le limpié Su miembro, esa gotita que quedaba al final. Fui al baño a limpiarme y volví a la cama, estuvimos hablando, comentando cómo había sido la sesión, del tiempo que nos quedaba juntos. Nos dormimos abrazados.

Por la mañana nos despertamos relativamente temprano, sobre las 9. Él se despertó antes que yo y empezó a tocarme, a pasar Su mano por mis pechos apretando los pezones, y empecé a despertarme gimiendo, dolían pero a la vez me inundaba de placer, bajó la mano y metió Sus dedos en mi sexo. En esa postura, dando mi espalda a su pecho, me folló y terminó haciéndome sentir Su semen caliente dentro de mí.

Nos levantamos, nos duchamos y nos fuimos a la terraza de una cafetería en Playa Larga. Desayunamos café, tostadas con tomate (la mía sin), aceite de oliva y jamón, y zumo de naranja. Era un lujo desayunar junto al mar. Cuando terminamos estuvimos dando un paseo, relajados, cogidos de la mano por el paseo marítimo. Subimos a ver el anfiteatro Romano, con unas vistas espectaculares desde lo que se denomina el Balcón de Tarragona.

Volvimos a la casa rural, hicimos las maletas. Allí mismo comimos, en la terraza, entre sol y sombra, en una pérgola hecha por las enredaderas mezcladas con buganvillas. El tiempo era magnífico y aprovechamos hasta el último momento. Después de comer fuimos a la habitación a recoger las maletas. Al cerrar la puerta, nos besamos, de tener tiempo volveríamos a repetir sesión, pero llegó la hora de irnos.

Nos dirigimos a la estación de Camp de Tarragona, aparcamos el coche y nos dirigimos al stand donde lo habíamos alquilado para pagar y devolver las llaves. Como los dos viajábamos en preferente nos fuimos a la sala VIP, para mi tren quedaba todavía 40 minutos y para el Suyo 1 hora.

Yo estaba triste, no sabíamos cuándo nos volveríamos a ver, si en un mes o dos, nos quedaban las comunicaciones por Skype, teléfono… y mucha ilusión por nuestro próximo encuentro. En la sala VIP tomamos otro café. Cuando faltaban 10 minutos pasamos el control de equipaje, bajamos la rampa que lleva hasta el andén y esperamos mi tren. Minutos antes de montar en el, me abrazó, y me dijo

- Mi matique, la próxima vez que nos veamos será diferente, te sorprenderá, y no preguntes, sabes que no te diré nada.

- ¿Nada de nada mi Señor?

- Nada, ni el sitio, ni el día… estarás en tensión todo este tiempo.

- Si es Su deseo, mi Señor.

- Lo es matique, pero te prometo que te gustará… o no, pero ¿a quién debes dar placer?

- A mi Señor.

- Que tengas buen viaje, Mi matique.

- Y Usted, mi Señor.

Me volvió a abrazar, me besó y me indicó que subiera al tren. Ya sentada en mi asiento el tren se puso en marcha, Le veía en el andén mandándome un beso con la mano y diciendo adiós. Y yo me quedé pensando en cuál sería la sorpresa que me tenía preparada para nuestro próximo encuentro.

Fin, de un Fin De Semana En Una Casa Rural.

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