Volando voy, volando vengo y por
el camino me entretengo para practicar sexo. Sí, lo sé. La canción no es así
pero volando camino de unas merecidas vacaciones se me viene a la cabeza una de
las fantasías más recurrentes de hombres y mujeres: tener sexo en un avión (y
de manera general en cualquier medio de transporte).
La fantasía implica un alto
grado de morbo: el dar rienda suelta a nuestro deseos en el lugar y momento que
nos apetezca, el hecho de hacerlo en un medio de locomoción en movimiento, la posibilidad
de ser pillados, saltarse convencionalismos, la complicidad con nuestra
pareja,…. Pensarlo seguro que os hace esbozar una sonrisa picarona.
En el avión en el que me
encuentro dicha fantasía se disipa. El sexo, sea cual sea, se ve complicado. Masturbación
mutua en el asiento ocultada bajo una manta o sexo completo en el baño es algo
casi milagroso en un vuelo de bajo coste. Es espacio es super reducido para
cualquier maniobra, y en cualquier momento aparece la azafata vendiendo
perfumes y loterías en vez de lubricantes y preservativos. Quizás en un vuelo
intercontinental sea más factible por el tipo de avión y duración del vuelo. En
algunas películas así nos lo han hecho creer y han favorecido nuestra
imaginación pero hasta el momento de volar más allá de las fronteras europeas
no os lo podré confirmar.
Caso parecido si el viaje es
marítimo. Quien escribe estas líneas sólo ha viajado por mar en El Vaporcito,
para ir de El Puerto de Santa María a Cádiz y viceversa. Trayecto corto y
abarrotado de pasajeros pero con un vaivén de olas que bien podría acompasar el
movimiento de dos cuerpos dándose placer. Aunque tengo la sensación de que en
un transatlántico se perdería la sensación del vaivén de las olas y el morbo a
no ser que nos lo queramos montar imitando la escena de Titanic, no la del
hundimiento si no cuando están los dos protagonistas en la quilla mirando al
horizonte con el viento de cara y gritando “El Mundo Es Nuestro!!!”, aunque en
este caso sería “El Polvo Es Nuestro!!!”.
Pero cuidado, el mar puede estar
totalmente tranquilo como puede provocar olas enormes, no suele tener un ritmo
constante como puede tener un tren. Ese ritmo de traqueteo, de chacachá como
cantaba la El Consorcio, no lo provoca un tren de cercanías. Ese ritmo acompaña
la fantasía de tener sexo en un viejo tren cama. Esos trenes de películas
clásicas, de madera, con sus habitáculos y esos ventanales que dejan ver unos
bellos paisajes mientras intentas averiguar en qué dirección está Cuenca.
Quizás alguien tenga la fantasía
de tener sexo en el AVE. Yo no, me da la sensación que es para eyaculadores
precoces.
Hoy en día viajar en el Orient
Express o cualquier tren similar que recorre el territorio nacional tiene un
coste no apto para todos los bolsillos. La fantasía en movimiento más económica
es la del coche. Ese reducido espacio que muchos utilizaron en su juventud a
faltad de una habitación cómoda y, sobre todo, privada. A parte de eso el coche
es una fantasía recurrente para muchos por las distintas posibilidades que
tiene. Y no me refiero sólo a las distintas opciones de modelos que existen en
el parque automovilístico, desde el clásico Simca 1000 que inmortalizaron Los
Inhumanos a la comodidad de una furgoneta.
Empezamos desde tener sexo en el interior de un coche estacionado en un parking privado a estar parados en un lugar poco transitado y acabar en una carretera o calle más concurrida incluso a sabiendas de que vamos a tener público. De tener sexo en el interior a utilizar el exterior como punto de apoyo. Y, como el artículo es sobre fantasías en movimiento, el summum es tener sexo mientras éste circula. Si vamos en la parte delantera es algo peligroso, conducir mientras se disfruta de una masturbación o felación (el cunnilingus en este caso es imposible) puede hacernos perder fácilmente nuestra concentración en la carretera por lo que esta práctica está prohibida por ley. Seguro que alguna vez habéis pensado saltaros alguna ley por algo menos placentero. Pero si sois totalmente legales (ejem! ejem!) lo suyo es que conduzca un tercero que no participe de los juegos amatorios que llevemos a cabo en el asiento de atrás, eso sí, ha de ser un chófer más atento a la carretera que a lo que se esté desarrollando tras de sí. O, al menos, igual de atento, nunca menos.
Todas las opciones que se han descritos en estas líneas hacen referencia a medios de transportes que se desplazan en horizontal pero no quería acabar el artículo sin mencionar uno que se desplaza en vertical: el ascensor. Llevar a cabo cualquier práctica sexual mientras subes o bajas es muy excitante. El morbo que da el sitio sabiendo que cualquier vecino puede coger el ascensor en mitad de…. lo que estéis haciendo tiene un plus. No os digo entonces lo que es aprovechar el ascensor del Hotel Bali de Benidorm, un ascensor totalmente acristalado que se desplaza por la fachada exterior del edificio.
Sé que me dejo otros medios de locomoción pero he querido centrarme en aquellos que me son más familiares por ser fantasías pendientes o no de llevar a cabo. Quizás para alguien su fantasía sea practicar juegos sexuales en un carruaje, un helicóptero, o un autobús. Si es así podéis indicarlo en la encuesta que encontraréis en este enlace sobre FantasíasEn Movimiento, encuesta totalmente anónima.
Nota: Existen cruceros para personas liberales y parejas
swingers pero eso tiene otra historia.
Artículo publicado previamente en el blog El Encalijo.
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